Introducción:
La gastroparesia es una alteración crónica de la motilidad
gástrica en la que se produce un retraso en el
vaciamiento en ausencia de una obstrucción mecánica.
La desorganización de la peristalsis antral puede ser
consecuencia de cualquier desorden que induzca una
disfunción neuromuscular del tracto gastrointestinal.
Los objetivos del tratamiento son asegurar el adecuado
aporte nutricional que se ve amenazado en este contexto,
tratar la enfermedad subyacente si es reconocible
y aliviar la sintomatología (plenitud postprandial,
saciedad precoz, nauseas, vómitos, malestar abdominal
y sensación de distensión). Como abordaje inicial son
básicos los cambios en la dieta y la terapia con fármacos
antieméticos y procinéticos.
Cuando estas medidas fracasan se valoran otras posibilidades
más invasivas como la estimulación gástrica,
que consiste en la implantación de un marcapasos en
el tejido subcutáneo de la pared abdominal que se conecta
con la capa muscular del antro a través de unos
electrodos; éstos envían impulsos eléctricos de baja
intensidad y elevada frecuencia que estimulan la actividad
vagal para acelerar el vaciamiento.
Caso clínico:
Presentamos el caso de una mujer con enfermedad renal
crónica secundaria a nefropatía intersticial en contexto
de hipopotasemia por vómitos, con un trastorno
del comportamiento alimentario subtipo purgativo.
Resumimos su evolución durante 8 años en terapia renal
sustitutiva, un año en diálisis peritoneal continua
ambulatoria, 6 años en diálisis peritoneal automatizada
y el último año en hemodiálisis.
Valorada por la Unidad de Psiquiatría considerando
trastorno alimentario incoercible y por la Unidad de
Digestivo diagnosticada como gastroparesia intensa,
se propone como última alternativa de tratamiento la
colocación de un marcapasos gástrico que obliga a la
transferencia a hemodiálisis al considerarse contraindicación
absoluta para la diálisis peritoneal, obligando
incluso a la retirada del catéter.
Discusión:
Aunque la paciente se ha mantenido durante 7 años
en diálisis peritoneal con buena calidad de vida, manteniendo
diuresis residual y parámetros de adecuación
y ultrafiltración dentro de los límites recomendados,
son el agravamiento de la gastroparesia, retraso del
vaciamiento gástrico y la colocación del marcapasos
gástrico los que condicionan el cambio de modalidad
dialítica.
A pesar de todas las medidas adoptadas, después de
un año, la paciente no ha experimentado la mejoría
esperada en cuanto a la clínica gástrica ni estado nutricional
consecuencia de ésta y su calidad de vida autopercibida
medida con los test Euroqol-5D y SF 36v2
ha empeorado.
Basándonos en los principios de beneficencia y de autonomía
del paciente y dado que no hemos encontrado en
nuestra revisión bibliográfica ningún caso similar que
justifique dicha postura, planteamos entonces, la pregunta
de si sería posible volver a la técnica de diálisis
peritoneal portando el marcapasos.