El brote de Hepatitis C que se ha detectado
en la comunidad valenciana es sin duda motivo de reflexión
entre los profesionales sanitarios. Se buscarán
responsabilidades tanto de personas como de instituciones,
pero esto no amortiguará la alarma social ni la
sensación de falta de seguridad en nuestro sistema
sanitario.
La enfermería nefrológica, desde sus inicios, se ha visto afectada
por el problema que plantea la transmisión de enfermedades por la sangre,
no son tan lejanos los tiempos en que epidemias de hepatitis B afectaron a unidades
de diálisis, se sabía que las vías de transmisión
además de la sexual eran la sangre y derivados en forma de transfusión
o a través de contacto parenteral con objetos contaminados. Pronto supimos
de la resistencia del virus y de la dificultad de erradicar estas epidemias que
afectaban a pacientes, personal sanitario y a receptores de órganos. Con
este motivo se crearon unidades de aislamiento para portadores, en ellas nos
acostumbramos a utilizar con normalidad las llamadas "medidas universales" que
el sentido común aconsejó extender a todos los pacientes como medida
de precaución, máxime teniendo en cuenta que existia un grupo numerosos
con serologías negativas pero con evidencias clínicas de hepatitis
a la que se denominó de forma poco comprometedora "hepatitis no A
no B".
Actualmente sabemos que los diferentes tipos de hepatitis empiezan a ocupar una
parte importante del abecedario, y que se cuentan por millones las personas afectadas
por esta y otras enfermedades transmisibles por la sangre, algunas pueden combatirse
con fármacos como el interferón, para otras exista ya una vacuna
y por tanto la confianza de poderlas erradicar, per por ahora continúa
siendo imprescindible una práctica profesional responsable en la que se
adopten escrupulosamente todas las medidas necesarias para garantizar a nuestros
pacientes yu a nosotros mismos que se establecen las barreras protectoras que
dificulten la propagación y contagio de estas enfermedades, en nuestro
complejo mundo sanitario es posible que en alguna ocasión el sistema falle,
pero nuestra buena praxis nunca debe fallar en nuestro frecuente contacto con
las pacientes.