Desde que finalizó el congreso
del año pasado en Valencia, y aún mucho
antes, un grupo de expertos enfermeros de nuestra asociación
se puso a trabajar duramente para que nuestro próximo
congreso, en el que celebraremos los XXV años
de existencia como Sociedad Española de Enfermería
Nefrológica, tenga la relevancia que se merece.
Por eso, agradezco a la junta de la SEDEN y a todos los
que dirigen esta publicación que me pidieran mi
colaboración y así me permitiesen expresar
mi sentir profesional, sin pretender en absoluto hacer
una revisión del pasado ni tampoco una filosofía
del futuro, sino simplemente exponer los pensamientos
y reflexiones de una enfermera que, como tantas otras,
ama la Nefrología.
Estamos siendo testigos de una época muy especial, y lo es por muchas
circunstancias. Desde que comenzamos esta andadura, hace ya "algunos" años,
nuestra asociación se ha caracterizado por la búsqueda constante
de su identidad y hoy podemos presumir de ser una asociación modélica,
dentro y fuera de nuestro entorno. Es innegable que, a lo largo de estos años,
hemos evolucionado hacia la plena autonomía profesional, y en ello mucho
han tenido que ver todos aquellos que, en un momento u otro, asumieron la enorme
responsabilidad de conducir la Sociedad Española de Enfermería
Nefrológica. Todos ellos tuvieron la difícil cualidad de hacer
sencillas las cosas complicadas, pero también es cierto que pocas veces
una asociación ha contado con tantos y tan buenos profesionales buscando
una meta común, y lo hemos conseguido adaptándonos a los cambios
vertiginosos de la sociedad y su tecnología, desarrollando planes de cuidados
de elevada complejidad, aplicando políticas de calidad, diseñando
y poniendo en marcha programas de formación e investigación y afrontando,
a veces, situaciones complicadas, no exentas de riesgo. Pero este cambio sustancial
en el ejercicio profesional ha tenido su repercusión en la sociedad, de
la que hoy tenemos su reconocimiento, aunque ciertamente seguimos teniendo una
asignatura pendiente: el reconocimiento específico académico y
oficial de postgrado.
Al celebrar este XXV aniversario, no podemos obviar que, en este período,
la consolidación ha sido espectacular. La unión y el esfuerzo conjunto
de todos los que formamos este colectivo han sido grandes, los jóvenes
demandan cada vez nuevos retos y espacios diferentes y todos, absolutamente todos,
deseamos mejoras cualitativas.
En este año de celebraciones, en el que no nos pararemos, surgen nuevos
proyectos y nos planteamos nuevos desafíos que estamos decididos a acometer
con buen ánimo, sabiendo que tenemos ante nosotros mucho camino por recorrer
y para conseguir los objetivos marcados seguiremos trabajando juntos, poniendo
los medios que nos permitan alcanzar los mejores cuidados enfermeros, pero sólo
si somos capaces de hacerlo con entusiasmo, creatividad y eficacia seremos capaces
de alcanzar ese máximo beneficio para el enfermo renal que es el objetivo
principal de nuestra profesión.
A todos los que, con vuestro trabajo y dedicación diaria lo hacéis
posible, muchas gracias.
Carmen P. Sedeño